Pasos sin destino
El mundo estaba fuera de ella,
a su alrededor, delante, detrás.
El movimiento de sus pasos
la llevaban al mismo punto en el camino;
una y otra vez,
siempre era lo mismo.
Perdida, todos los lugares
se volvían iguales.
Espacios inagotables,
laberínticos caminos interminables.
El aire marcaba el rumbo
de su propio cuerpo.
No deseaba estar muerta,
pero tampoco demostraba
alegría alguna por estar viva.
Fría, como estatua marmolina
creía estar viviendo
un imaginario sueño póstumo.
Recostada en la cama,
fumaba un cigarrillo.
Escuchando el goteo continuo
de la lluvia sobre los cristales.
La ventana era el espejo
donde acariciaba el rostro de su hijo fallecido.
@Toni Aznar
Derechos Reservados
Abril 2.014
Pintura: Albert Edelfelt